La
colonia Juárez fue fundada con este nombre y su actual conformación en el año de
1906, sin embargo las colonias que se fusionaron para llegar a este fin se
definieron muchos años antes. El desarrollo de la colonia se confina dentro de
estas importantes avenidas: el Paseo de la Reforma, Avenida Chapultepec,
Bucareli y un breve tramo del circuito interior José Vasconcelos, formando un
polígono de proporción más largo que ancho.
Fue
en 1854 cuando se ampliaron los límites de la ciudad mediante un decreto que
expidió el congreso, y que incluyeron:
Al
norte el pueblo de San Cristóbal Ecatepec, al NO Tlalnepantla, al poniente los
Remedios, San Bartolo y Santa Fe; al SO desde el límite oriente de
Huixquilucan, Mixcoac, San Ángel y Coyoacán, por el S Tlalpan, por el SE
Tepepa, Xochimilco e Iztapalapan, por el Oriente el Peñón Viejo, y entre este
rumbo y el NE y el Norte, hasta la medianía de las aguas del lago de Texcoco.
Para
1865 — once años más tarde— ya se informaba a Maximiliano de Habsburgo, que fue
emperador de México del 10 de abril de 1864 al 15 de mayo de 1867, sobre la
dificultad de poblar las primeras colonias que se fundaron: la Santa María la
Ribera y la de los Arquitectos.
Para
estas fechas ya existía el Paseo de Bucareli, que fue construido y fundado por
el Virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa en 1778, y la Calzada de
Chapultepec, que seguía la trayectoria del acueducto que abastecía a la ciudad
de agua proveniente de los manantiales de Chapultepec.
Fue Maximiliano
quien mandó trazar y construir el Paseo del Emperador —o de la Emperatriz— para
trasladarse por esta señorial avenida del Castillo de Chapultepec al centro de
la Ciudad, que hoy conocemos como el Paseo de la Reforma en el tramo que corre
de la entrada al bosque de la Puerta de los Leones, hasta su cruce con Bucareli
y avenida Juárez.
Para
abrir esta avenida, se tuvieron que atravesar los terrenos de la extensa
Hacienda de la Teja propiedad de Rafael Martínez de la Torre, en cuyo casco se
alojaron Maximiliano y Carlota cuando llegaron a la ciudad, algunos otros más
cercanos a Bucareli que pertenecían a Francisco Somera, y terrenos ejidales del
ayuntamiento.
La
Colonia de los Arquitectos se fundó sobre el Ejido de la Horca, terrenos que
Francisco Somera adquirió y fraccionó con cierta facilidad por trabajar en el
ayuntamiento, y después Jefe de Caminos y Canales, por lo que la lotificación
de esta colonia quedó lista en 1859. Le llamó “de los Arquitectos” porque
Somera planeaba captar a los estudiantes de la Academia de San Carlos para que
adquirieran su terreno y construyeran su casa, mas falló el plan, porque los
arquitectos efectivamente compraron terrenos, pero los revendieron y no se
llegó a construir gran cosa en esta colonia. Fue hasta 1880 (21 años después)
que comenzó a poblarse realmente.
La
segunda colonia que se fundó y que después formaría parte de la Colonia Juárez,
fue la Colonia Bucareli: en este caso don Rafael Martínez de la Torre compró la
parcialidad de San Juan Tenochtitlán al poniente del Paseo de Bucareli, en
1852. También aquí se tuvo dificultad para construir, lo que ocasionó que 10
años más tarde don Rafael le vendiera estos terrenos a José Ives de Limantour, quien
lotificó y fundó la colonia, que también fue conocida como Colonia Limantour; ésta
ocupaba el área entre la calle de Versalles, Bucareli, Atenas y Avenida
Chapultepec. En total se definieron 10 manzanas, que se autorizaron en 1890, y
un año más tarde se registró la fundación de la colonia.
La
Colonia de la Teja —después llamada “del Paseo”— y la Nueva del Paseo se
trazaron sobre una parte de la Hacienda de la Teja, y ocuparon el área que
quedó entre Atenas, Versalles, Chapultepec e Insurgentes. Éstas se fundaron en
1897 y 1898 respectivamente, en base a un proyecto de Martínez de la Torre.
En
el caso de la Colonia de la Teja, los propietarios del terreno eran los señores
Malo quienes comenzaron a fraccionar en 1882, mas no terminaron su empresa y
fue hasta 1897 que la Chapultepec Land
Improvement Company terminó la faena, esta compañía norteamericana junto
con el Banco de Londres y México eran propietarios de la mayoría de las
manzanas que se extendieron hasta Chapultepec, todavía dejando libres algunas
áreas a lo largo de Avenida Chapultepec. Esta área fue urbanizada y poblada
entre 1898 y 1901, y durante mucho tiempo fue nombrada también como Colonia
Americana, pues el nicho de mercado objetivo eran los norteamericanos
avecindados en la ciudad.
Leandro
F Payró era el encargado de pavimentar la Colonia del Paseo, él compró los
terrenos libres que colindaban con Insurgentes, y se fundó la Colonia Nueva del
Paseo en 1898.
El
presidente Porfirio Díaz impulsó con energía la creación de éstas y otras
colonias más; siendo congruente con el lema de su gobierno —“Orden y progreso”—,
fomentó que tanto en el casco antiguo de la ciudad como en las nuevas colonias
se instalara la infraestructura necesaria para equipar a la ciudad de servicios
como agua potable, luz y energía eléctrica, drenaje, y ordenamiento urbano.
Muchos
fueron los edificios del México Virreinal que se demolieron con estas medidas,
y muchos fueron también los que se fabricaron. Parte de esta dinámica actividad
urbana fue la unificación y definición de la que en 1906 se inauguró como
Colonia Juárez en honor al prócer de la Reforma, con sus calles pavimentadas y
los más modernos servicios.
Faltaron muchos
años para que la colonia se poblara de manera uniforme pues la construcción de
sus mansiones y villas campestres de arquitectura ecléctica —tan
característicos del período porfiriano—, se detuvo con la Guerra de Revolución
de 1910, y gradualmente se fue reanudando hacia 1920, año en el que arrancaría
una nueva etapa de la arquitectura, que permitió a los arquitectos que
continuaron con la construcción de casas, edificios de departamentos, oficinas,
y otros servicios, explorar diferentes corrientes estilísticas buscando el
lenguaje plástico que definiría a la nueva nación revolucionaria.
Hoy
en día todavía se distinguen algunas de las edificaciones que les comento bajo
la parafernalia comercial de los negocios que los han ocupado, en algunos casos
estas intervenciones han dañado tanto los edificios, que es complicado
distinguir su arquitectura. Otros casos más afortunados han sido respetados y,
felizmente nos regalan su aspecto original.Las fuentes
Jiménez
Muñóz, Jorge. La traza del poder. Dedalo.
México: 1993.
Segurajáuregui,
Elena. Arquitectura porfirista en la
colonia Juárez. Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco / Tilde.
México: 1997.
Martínez
Assad, Carlos. La patria en el Paseo de
la Reforma. Fondo de Cultura Económica / UNAM. México: 2005.
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