Uno-dos-tres probando.
Sirva
este mensaje como bienvenida e este nuevo blog. Estas son las crónicas
juarileñas: relatos de vida cotidiana —de mi vida cotidiana— escritas
en la colonia Juárez de la Muy Noble e Insigne, Muy Leal e Imperial Ciudad de
México, que trataré de combinar con algo de la historia de esta gentil y
castigada colonia.
¿Que
de dónde saqué el término “juarileña”? Hace algunos ayeres visité Ciudad
Juárez, Chihuahua, y conocí a unos simpáticos juarenses. Éstos me comentaron
que durante un viaje a Madrid que hicieron, observaron que la ciudad española
era casi tan bonita y señorial que la suya, y llegaron a la conclusión de que,
si a los habitantes de Madrid se les llama Madrileños, pues a los habitantes de
Juárez se les debería de llamar Juarileños, dada la similitud en hermosura
entre ambas urbes. De ahí que siendo uno vecino de la Colonia Juárez, me haya
tomado la libertad de adoptar el gentilicio para estas crónicas en honor a
aquellos augustos —y optimistas— amigos del norte del país.
El
estreno de un nuevo sitio merece una relación de las cosas actuales, para
comparar contra las situaciones que ocurrían cuando hice el blog anterior.
Aunque me entristeció un poco tener que cerrar Memorias… me levantó el ánimo la sensación de cerrar un ciclo (con CE de CASA) ya completo y
redondito para abrir otro. Y ahora, analicemos la situación:
La
jefa: que pronto cumplirá su segundo año de viudez, cual araña tejedora se
encuentra en plena construcción de un nuevo grupo que denominaré “El club de
las viudas decentes”. Temerosa contemplo como mi señora madre adopta el papel
de dama que guarda fielmente la memoria de su difunto esposo, y se junta con
otras que, como ella, tuvieron la fortuna de casarse con buenos partidos, de haber
sido bendecidas con hijos maravillosos que sólo les dan satisfacciones, de haber
llorado la muerte de sus esposos quienes las dejaron protegidas con la pensión
de sus chambas, y que ahora se juntan a chismear, recordar al difunto, y echar
competencias a ver cuál fue el marido más bueno.
El
resto: y con esto me refiero a hermanos, amigos, parientes y conocidos. Todos
marchan dentro de la carrera de la vida, todos ocupados en sus asuntos, todos
entretenidos con sus cosas personales, satisfacciones, sofocones, viajes,
esfuerzos etc. A la mayoría nos inquietan los próximos tiempos electorales.
Yo:
llevo más de dos años habitando el lugar que habito, recuperando el norte
perdido desde hace tiempo, y devanándome el seso tratando de encontrar la
manera de cambiar de giro. Habiendo encontrado en la redacción una vía
eficientísima de desahogo en esta larga etapa particularmente solitaria, enfoco
mis esfuerzos a dos cosas principalmente: seguir escribiendo, y agarrarle el
modo a un empleo.
Eran
tiempos de cambios radicales cuando comencé a publicar en Memorias… las tribulaciones de tan agitados y aciagos días. Nunca
me hubiera imaginado lo difícil que sería transitar por aquellos cambios, ni por
los dolorosos tiempos que siguieron. ¿Valió la pena? Todavía no lo sé a ciencia
cierta, mas-pero-sin-en-cambio (je, je) lo que sí sé es que no hay vuelta
atrás, cosa que me obliga a seguirle por donde voy, esperando poder hacer que
tanto entuerto haya sido para estar mejor y, ciertamente, más feliz que antes.
En
resumen, este blog se estrena mientras continúa esta larga transición. Sea pues
inaugurado oficialmente el nuevo sitio.
Órale hermana, qué profunda. Hasta el ciclo del siclo ha quedado atrás: como dicen por acá, ¡hélas! Sea pues, y bienllegado este nuevo sitio.
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