Detalle de balcones, fachada del Hotel Century. |
El
mes pasado se celebraron los 107 añotes de la colonia Juárez —como recordarán,
esta singular colonia fue inaugurada el 21 de marzo de 1906 por el mismísimo
don Porfirio Díaz Mori—, y para mi gran fortuna mi excelentísimo y dilecto
amigo José Alba invitóme a uno de los eventos programados dentro de la serie de
festejos, al que asistí con mucho gusto y con el corazón alegre.
El
evento consistió en una conferencia que dio el arquitecto-historiador Edgar
Tavares en un auditorio que tiene la Escuela Bancaria Comercial en la Juárez, y
se trató sobre las edificaciones de la colonia y su historia, temas ambos
gratos e interesantes. Sin embargo, muy a mi pesar, la conferencia del Arqui
Tavares me recordó aquel cuento de Pepito y los fenicios: Pepito estudió con esmero
la historia de los fenicios, confiado en que en el examen le preguntarían sobre
el tema. A la hora del examen —que era oral— la pregunta fue sobre las
hormigas, por lo que Pepito contestó algo como: “Las hormigas son unos
animalitos muy pequeñitos, a diferencia de los elefantes, que son animales muy
grandes que habitaron en Fenicia, y hablando de eso, los fenicios…” y se
descosió con Fenicia. Así, el Arqui Tavares durante su ponencia insistía en
hablar o comparar asuntos con las colonias Roma y Condesa, desviándose —a mi
parecer— del tema principal, que era la Colonia Juárez.
Otro
asunto que me calentó, es que se limitara a presentar lo que para él es la esencia
de la colonia: la arquitectura porfiriana, o mejor dicho, la arquitectura
ecléctica estilo europeo que se hizo durante la última década del gobierno de
Díaz, y pasada la Revolución, ya que existen edificios de 1920 a 1950 con este
estilo. Evidentemente denunció los excesos, derrumbes y maltratos que han
sufrido muchos edificios de este período, y las terribles pérdidas
arquitectónicas que se han suscitado, concluyendo así que, aparentemente, la
colonia Juárez ha perdido su riqueza arquitectónica. Ahí fue cuando me enojé, y
a la hora de los comentarios, levanté mi manita.
Cuando
me dieron la palabra expresé mi indignación y mi rotundo desacuerdo con el
planteamiento de que la colonia es —o fue— porfiriana, y ahora es un desmadre.
Efectivamente
la colonia es un desmadre. Y efectivamente edificios muy valiosos —y otros no
tanto— han desaparecido. Lo que no se plantea es que existen obras
importantísimas que no son del famoso estilo ecléctico que reflejan nuestra
historia social, y que muchos edificios desaparecieron para dejar camino a
construcciones valiosísimas del siglo XX. Hay ejemplos como el edificio del
IMSS, la Secretaría de Salud, casas y edificios de departamentos estilo Art
Decó, y edificios que muestran con mucha dignidad su momento estilístico. La
colonia alberga obras de arquitectos renombrados como Mario Pani, Carlos
Obregón Santacilia, Teodoro González de León, Luis H. Álvarez, el mismísimo
Agustín Hernández, sólo por citar algunos.
Desafortunadamente
hube de retirarme antes de que terminara la discusión, y desde entonces ando
cargando un conflicto existencial que me corroe las entrañas: ¿cómo pretendemos
que las ciudades se conserven intactas, si éstas son el reflejo de la evolución
—o involución— de las sociedades que las habitan? El tiempo es cambio, y los
cambios no son necesariamente malos. Desafortunadamente la colonia es afectada
por un fenómeno de comercialización bananero que le ha perjudicado, eso es
innegable, mi punto es que no debemos dolernos de lo que actualmente no existe,
y mirar hacia el futuro para cuidar a tanto edificio bueno que tenemos, tumbar
otros varios, y meter orden en los que conservemos, que es donde nos falla.
¡Ah!
Y otra cosa: la colonia Juárez no solo es la Zona Rosa (o Zona Rosy, como me
gusta llamarle, jeje), ni es sólo el cuadrante confinado entre Bucareli e Insurgentes,
sino que llega hasta Lieja, y en todo su desarrollo podemos encontrar
arquitectura de gran calidad.
Bueno,
mi punto lo dejé ver, y al salir de la conferencia pensé en que alguien me
podría haber dicho: ¿ya ves por qué luego no te invitan?
¡Demonios!