martes, 9 de abril de 2013

Feliz aniversario a la Colonia Juárez

Detalle de balcones, fachada del Hotel Century.
El mes pasado se celebraron los 107 añotes de la colonia Juárez —como recordarán, esta singular colonia fue inaugurada el 21 de marzo de 1906 por el mismísimo don Porfirio Díaz Mori—, y para mi gran fortuna mi excelentísimo y dilecto amigo José Alba invitóme a uno de los eventos programados dentro de la serie de festejos, al que asistí con mucho gusto y con el corazón alegre.
El evento consistió en una conferencia que dio el arquitecto-historiador Edgar Tavares en un auditorio que tiene la Escuela Bancaria Comercial en la Juárez, y se trató sobre las edificaciones de la colonia y su historia, temas ambos gratos e interesantes. Sin embargo, muy a mi pesar, la conferencia del Arqui Tavares me recordó aquel cuento de Pepito y los fenicios: Pepito estudió con esmero la historia de los fenicios, confiado en que en el examen le preguntarían sobre el tema. A la hora del examen —que era oral— la pregunta fue sobre las hormigas, por lo que Pepito contestó algo como: “Las hormigas son unos animalitos muy pequeñitos, a diferencia de los elefantes, que son animales muy grandes que habitaron en Fenicia, y hablando de eso, los fenicios…” y se descosió con Fenicia. Así, el Arqui Tavares durante su ponencia insistía en hablar o comparar asuntos con las colonias Roma y Condesa, desviándose —a mi parecer— del tema principal, que era la Colonia Juárez.
Otro asunto que me calentó, es que se limitara a presentar lo que para él es la esencia de la colonia: la arquitectura porfiriana, o mejor dicho, la arquitectura ecléctica estilo europeo que se hizo durante la última década del gobierno de Díaz, y pasada la Revolución, ya que existen edificios de 1920 a 1950 con este estilo. Evidentemente denunció los excesos, derrumbes y maltratos que han sufrido muchos edificios de este período, y las terribles pérdidas arquitectónicas que se han suscitado, concluyendo así que, aparentemente, la colonia Juárez ha perdido su riqueza arquitectónica. Ahí fue cuando me enojé, y a la hora de los comentarios, levanté mi manita.
Cuando me dieron la palabra expresé mi indignación y mi rotundo desacuerdo con el planteamiento de que la colonia es —o fue— porfiriana, y ahora es un desmadre.
Efectivamente la colonia es un desmadre. Y efectivamente edificios muy valiosos —y otros no tanto— han desaparecido. Lo que no se plantea es que existen obras importantísimas que no son del famoso estilo ecléctico que reflejan nuestra historia social, y que muchos edificios desaparecieron para dejar camino a construcciones valiosísimas del siglo XX. Hay ejemplos como el edificio del IMSS, la Secretaría de Salud, casas y edificios de departamentos estilo Art Decó, y edificios que muestran con mucha dignidad su momento estilístico. La colonia alberga obras de arquitectos renombrados como Mario Pani, Carlos Obregón Santacilia, Teodoro González de León, Luis H. Álvarez, el mismísimo Agustín Hernández, sólo por citar algunos.
Desafortunadamente hube de retirarme antes de que terminara la discusión, y desde entonces ando cargando un conflicto existencial que me corroe las entrañas: ¿cómo pretendemos que las ciudades se conserven intactas, si éstas son el reflejo de la evolución —o involución— de las sociedades que las habitan? El tiempo es cambio, y los cambios no son necesariamente malos. Desafortunadamente la colonia es afectada por un fenómeno de comercialización bananero que le ha perjudicado, eso es innegable, mi punto es que no debemos dolernos de lo que actualmente no existe, y mirar hacia el futuro para cuidar a tanto edificio bueno que tenemos, tumbar otros varios, y meter orden en los que conservemos, que es donde nos falla.
¡Ah! Y otra cosa: la colonia Juárez no solo es la Zona Rosa (o Zona Rosy, como me gusta llamarle, jeje), ni es sólo el cuadrante confinado entre Bucareli e Insurgentes, sino que llega hasta Lieja, y en todo su desarrollo podemos encontrar arquitectura de gran calidad.
Bueno, mi punto lo dejé ver, y al salir de la conferencia pensé en que alguien me podría haber dicho: ¿ya ves por qué luego no te invitan?
¡Demonios!